La salvaguarda contra el lavado de dinero se erige como una prioridad estratégica para aquellos que impulsan el empleo y dan impulso a la economía mexicana: los emprendedores y propietarios de pequeñas y medianas empresas (Pymes) que participan en actividades consideradas vulnerables.
Contrario a la creencia común, no solo las grandes corporaciones corren el riesgo de ser utilizadas como instrumentos para el blanqueo de capitales. Los emprendedores y las Pymes también se encuentran en la mira de los delincuentes financieros, quienes buscan aprovechar la falta de vigilancia para introducir fondos ilícitos en el sistema financiero.
¿Quiénes son los objetivos? Principalmente, aquellos que tienen negocios dentro de los 20 sectores designados como actividades vulnerables por la Ley Federal para la Prevención e Identificación de Operaciones con Recursos de Procedencia Ilícita. Estos incluyen, entre otros, el desarrollo inmobiliario, el blindaje de automóviles, la comercialización de joyas u obras de arte, la emisión o venta de tarjetas de regalo, el traslado o custodia de dinero, los servicios de operaciones de mutuo o préstamos, y los servicios de fe pública.
¿Por qué los emprendedores y Pymes son vulnerables?
A pesar de la falta de estadísticas precisas sobre la utilización de emprendedores y Pymes en estos sectores para el blanqueo de capitales, la experiencia indica que son precisamente estos actores quienes necesitan un mayor conocimiento sobre el cumplimiento de la ley y su reglamento. La dinámica, a menudo centrada en la supervivencia o el modelo de “hombre orquesta”, aumenta su vulnerabilidad frente a dos riesgos clave: la omisión y el incumplimiento.
Es común que muchos emprendedores piensen que “a ellos no les sucederá” o que “esto solo ocurre en empresas grandes”, ignorando que el lavado de dinero, que implica la introducción de fondos ilícitos en el sistema financiero a través de terceros, puede conllevar penas de hasta 65,000 Unidades de Medida y Actualización (UMAs), equivalentes a más de seis millones de pesos.
Por lo tanto, resulta fundamental para el funcionamiento, la supervivencia y el desarrollo del ecosistema emprendedor adoptar medidas proactivas y contribuir, desde cada área de acción, al fortalecimiento de la cultura de Prevención de Lavado de Dinero. Esto implica identificar posibles amenazas y vulnerabilidades, así como desarrollar un agudo sentido de cumplimiento legal.
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